
31 Ene Estamos hechos de claves sostenibles
En contacto con las diferentes versiones de mi misma, en un ejercicio de resignificar la vida
Febrero 2022
Después de cada edición de EXIB Música arranca el proceso de cierre que consiste en preparar la memoria de esa edición, inferir resultados, comunicarlos y hacer los balances de equipo que pongan en valor el aprendizaje para futuras ediciones.
Estos dos últimos años, por el cambio de fechas de la Expo (motivado por las incidencias de la pandemia), los cierres de gestión han hecho que el final de cada proceso se una a las festividades de Navidad y Año Nuevo.
Aunque amo y agradezco cada edición de la EXPO, así como todos y cada uno de los proyectos en los que me envuelvo, debo reconocer que este último cierre -en especial-, me resultó eterno, estaba ansiosa por encontrar espacio personal, tiempo para los míos, me invadía la necesidad de vivir el reencuentro con la familia, regresar a los abrazos y dedicarme a compartir y vivir días de afecto en la simplicidad de lo cotidiano.
Es una gran noticia para mí que esto me suceda, me revela que voy ganándole terreno al conocido Síndrome de Burnout (*) y eso significa que voy colocando mis espacios de dedicación personal en donde deben estar, para conseguir el ansiado equilibrio.
El disfrute de mis mayores y de mis seres queridos, marco este final de año. Conseguimos reunirnos a disfrutar de un encuentro cargado de significados, -y si algo ha conseguido esta pandemia es hacernos conscientes de la fragilidad de nuestra existencia, de la vulnerabilidad de cada momento vivido-, así que esta experiencia fue suficiente para que se abriera mi caja de pandora, -ese lugar oculto donde conviven los recuerdos-, los retazos de mis vidas. Parecía inevitable, dejar de dar vueltas alrededor de mi y regresar a mi casa interior.
Empece el nuevo año 2022 sumergida en un espacio onírico, todo estaba bañado de un aura que ejercía en mí una fuerte atracción. Estaba claro que necesitaba a gritos ese espacio, encontrar una excusa, un detonante para regresar a lo vivido, otorgarle a algunas vivencias un nuevo significado y a la calidad de los vínculos, la importancia que merece.
Pase horas mirando fotos, leyendo cartas, revisando antiguos proyectos… Tropecé con viejos escritos de reflexión, ensayos que nunca compartí, me reconocí en gestos y expresiones de familiares que ya no están, recordé sonrisas y momentos cómplices con personas queridas, con maestros y maestras de vida, volví a paisajes que me dolía mirar y me sorprendí al notar que por alguna razón ya no me unía a ellos la nostalgia. Conseguí reconciliarme con algunas de mis partidas y despedidas. Me reconfortó sobremanera estar aquí y ahora, inmersa en un caleidoscopio de sentimientos.
Estos días de viaje interior me han dado herramientas para alimentar actuales reflexiones, para fortalecer viejas certezas, en la comprensión de que el valor que le damos a las experiencias es el que toman cuando las reconocemos. Las viejas vivencias pueden ser siempre nuevos aprendizajes, oportunidades que estrenan traje para hacernos una nueva visita, con el propósito de invitarnos al ejercicio de transformar, de resignficar
Celebré estar hecha de infinidad de legados. Me sorprendí al no experimentar nostalgia, al ser capaz de mirar en perspectiva esas otras versiones de mí misma que me devolvían las fotos y los escritos. Sentí afecto por esta versión que hoy transito y que contiene a tantas “yo” desconectadas, lejanas…, otras heridas y ausentes. Decidí tomarme ese tiempo para reunirlas, para cuidarlas, reconocerlas, aceptarlas y agradecerlas.
La incertidumbre y el miedo parecen controlar nuestros días, la vida se ha vuelto extraña, vivimos desconectados y desconectadas de nosotros mismos, es necesario detenerse -antes de seguir sumando capas emocionales- a oxigenar ese compost lleno de claves para nutrir nuevos crecimientos y saber detectar que estamos sembrados de respuestas.
Resignificar nuestra historia es una oportunidad para aprender a vivir con nuestras emociones, poner en orden las experiencias, honrar la oportunidad de sentir y de estar vivos, y ejercer el derecho de cuidarnos, que es una forma de respetarnos.
Convivencia circular con nosotros y nosotras, -asumiendo nuestros ciclos-, como una serie de fases o estados por las que pasamos y que se suceden y hasta vuelven a repetirse pero esta vez en otro orden y con nuevo significado. Recuperar esos gestos que alimentaron la alquimia de lo que somos. Cuidar la memoria de nuestro tiempo vital, comprender el sentido de nuestra vida y reflejar en nuestras practicas personales, esos procesos que nos proveen de herramientas humanas para seguir en el camino.
Sé que hay historias que requieren trabajo complejo. -no es fácil asomarse y mirar de frente algunos monstruos del pasado-, nunca me atrevería a frivolizar con esto, pero no sólo tenemos la oportunidad de resignificar nuestros procesos personales, también nuestras practicas profesionales, revisarlas y detectar claves emocionales que nos inviten a recuperar aquella motivación genuina que un día nos impulsó a generar un proyecto.
Comparto esta reflexión en mis mentorías con artistas y gestores culturales, me motiva construir esos universos y a partir de ellos reconectar con impulsos originales para generar practicas más humanas. Estoy convencida de que esas claves que nos componen son el principio de la sostenibilidad, esa que empieza en nuestro interior, allí donde se desarrolla la semilla de nuestros valores, esos que al reflejarse en nuestras practicas, impactan a otros.
Educarnos con paciencia, aun después de los años, -a pesar de las heridas- y asumir esa responsabilidad afectiva con nosotros mismos desde la humildad, puede ser una oportunidad para activar nuevos procesos, para detectar nuevas ideas transformadoras que nos sorprendan, un ejercicio de resignificar para reconectar con nuestras claves sostenibles.
Adriana Pedret
(para Relatos de la Cigarra)
(*) Sindrome de Burnout: El síndrome de burnout o «síndrome del trabajador quemado» hace referencia a la cronificación del estrés laboral. Este se manifiesta a través de un estado de agotamiento físico y mental que se prolonga en el tiempo y llega a alterar la personalidad y autoestima del trabajador.
NOTA:
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Gracias por leerme!
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